16 noviembre 2006

Acceso a la cultura y derechos de autor

Voces : DERECHOS DE AUTOR ~ CULTURA ~ PROPIEDAD INTELECTUAL ~ OBRA ARTISTICA ~ AUTOR DE LA OBRA ~ INTERNET ~ DOCUMENTO DIGITAL ~ PIRATERIA INFORMATICA ~ INFORMATICA ~ ARTISTA ~ CREACION INTELECTUAL ~ COMPOSITOR DE CANCIONES ~ DERECHO DE PROPIEDAD ~ DERECHOS DEL INTERPRETE ~ INTERPRETE ~ OBRA INTELECTUAL ~ OBRA MUSICAL ~ REPRODUCCION DE LA OBRA

Título: Acceso a la cultura y derechos de autor

Autor: Vibes, Federico P.
Publicado en: LA LEY 18/08/2006, 1

SUMARIO: I. La era del conocimiento. — II. El conocimiento y la cultura. — III. El derecho de autor. — IV. Derechos de autor vs. derecho de acceso a la cultura. — V. El rol de la tecnología. — VI. Internet, libertad y regulación. — VII. Acceso a la cultura en Internet. Las barreras impuestas por la propiedad intelectual. — VIII. "Copia" y "acceso" en el contexto digital. — IX. Evaluación de la situación generada por las descargas P2P. — X. Conclusiones.

I. La era del conocimiento

Hace algunos años un agudo observador llamado Peter Drucker decía que la historia de nuestra civilización puede resumirse en cuatro etapas (1). La primera de ellas es la "civilización pre-histórica". En esta etapa el hombre era nómade y vivía básicamente de la recolección, de la pesca y de la caza. La segunda etapa es la "sociedad agrícolo-ganadera", en la cual el hombre comienza a dominar las labores vinculadas con el trabajo del suelo y los cultivos, al igual que consigue domesticar ciertos animales. Con esta actividad agrícola y de cría de animales el hombre se vuelve sedentario. La tercera etapa es la llamada "sociedad industrial". En esta etapa el hombre es considerado como factor productivo merced a su fuerza de trabajo. Dicha fuerza de trabajo es puesta a disposición de un capital, el cual intenta organizar un emprendimiento que en esta etapa estará principalmente relacionado con actividades de manufactura (son los tiempos de la llamada "revolución industrial"). La cuarta —y actual— etapa es la denominada "sociedad de la información" o —mejor dicho— "sociedad del conocimiento", en la cual las actividades estrictamente industriales han pasado a un segundo plano, y han cedido el espacio de mayor importancia a la ciencia y a la tecnología. El conocimiento es el activo por excelencia.

Tanto "conocimiento" como "información" son conceptos abstractos, intangibles. No son equivalentes, ya que la "información" es un cúmulo de datos que pueden o no estar relacionados u organizados entre sí. En cambio, el conocimiento es la noción que obtiene todo aquel que agrupa lógicamente dicha información, incrementando su sabiduría respecto de una parte de la realidad (2). Por eso, pese a que también es común escuchar que estamos viviendo en la "sociedad de la información", nos parece más apropiado utilizar la expresión "sociedad del conocimiento".

II. El conocimiento y la cultura

Información, conocimiento y cultura son tres conceptos íntimamente ligados a nuestra vida actual. Como ya dijimos, la información es la "materia prima" del conocimiento, y a partir de estos dos últimos conceptos llegamos a la noción de "cultura". Según el diccionario, "cultura" es "...el resultado o efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio las facultades intelectuales del hombre...". No obstante, también puede entenderse por "cultura" al "...conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época o grupo social..."(3).

Más allá de los diccionarios, coincidimos con Dietrich Schwanitz (4) en que para responder qué es la cultura hay muchas respuestas y no sólo una. Para algunos, el arte "tradicional" es algo cultural, pero no lo es el arte moderno. Y la verdad es que el significado del término "cultura" también varía según el ámbito en el que se hable de ella. El ámbito determina la extensión de este vocablo (5).

Lo que es indudable es que en nuestros días todos estos conceptos (información, conocimiento y cultura) están íntimamente vinculados con el ser humano. Y la persona, como tal, en la concepción moderna del hombre, debe tener acceso a ellos.

III. El derecho de autor

El derecho de autor, también conocido como "copyright", es un derecho de propiedad intelectual que se le reconoce al autor de una obra artística. Se considera como "obra artística" a toda creación intelectual que tenga "originalidad" (6). El sistema legal de derechos de autor tiene dos objetivos principales: (a) retribuir al autor, y (b) promover el arte y la cultura. El primer objetivo está relacionado con la justicia. Si el autor no recibe una retribución por su creación, pierde el incentivo para crear una nueva obra (7). Sólo unos pocos creadores seguirían produciendo nuevas obras sin importarles si a cambio reciben o no una retribución. Y esto, indefectiblemente, afecta al progreso de la cultura, porque una cultura con menor producción de obras nuevas se vuelve paulatinamente una cultura cada vez más pobre. Para evitar esto, la Ley opta por conferirle un derecho de propiedad exclusivo al autor (el "derecho de autor" o "copyright"). Pero este derecho no es ilimitado, sino que tiene un plazo temporal (generalmente el derecho de autor expira una vez cumplidos los setenta años de la muerte del autor). De esta forma, al extinguirse el derecho del autor por el transcurso del tiempo, la obra deja de ser una "propiedad privada", y pasa a formar parte del "dominio público". Es decir, que cualquiera puede utilizar esa obra, sin necesidad de requerir autorización al autor, y —quizás más importante que lo anterior— sin tener que pagarle nada al autor (8). Así se logra un balance entre el derecho del autor y el derecho de acceso a la cultura del público. Se entiende que una vez cumplido el plazo legal (por ej., setenta años después de la muerte del autor) ya ha transcurrido un plazo razonable para que el autor y sus herederos o derechohabientes se beneficien con esa creación, y es tiempo de que la sociedad pueda beneficiarse sin las mencionadas limitaciones.

Es decir que las leyes que protegen los derechos del autor sobre su obra persiguen finalidades éticas, económicas y sociales.

IV. Derechos de autor vs. derecho de acceso a la cultura

De la explicación del sistema de derechos de autor que dábamos en el punto anterior se desprende que en cierta forma existe un conflicto de intereses entre el autor y quienes quieren acceder a la cultura (9). El autor, generalmente —aunque no en la totalidad de los casos— va a querer evitar que su obra sea utilizada sin su autorización y/o sin recibir nada a cambio. En tanto, los "usuarios" de la cultura, buscarán acceder de la manera más irrestricta posible a esa obra, ya que es indudable que dicha obra forma parte de la "cultura".

Este "conflicto de intereses" presenta derivaciones de índole constitucional, toda vez que a los autores se les reconoce la propiedad sobre sus obras (art. 17 de la Constitución Nacional —en adelante CN—), y los usuarios culturales tienen derecho a "aprender" (art. 14 de la CN), a la vez que el Congreso Nacional está llamado a proveer lo conducente a "la prosperidad del país", "al progreso de la ilustración" (art. 75 inc. 18, CN) y a dictar leyes que protejan "la identidad y pluralidad cultural" (art. 75 inc. 19, CN).

¿Cuál es la respuesta que el sistema busca darle a este problema? Como ya lo anticipamos, la respuesta está en una decisión salomónica, aunque diferida en el tiempo: durante un plazo determinado el autor tiene la "propiedad privada" sobre su obra; vencido dicho plazo, la obra ingresa al "dominio público" y cualquiera puede acceder irrestrictamente a dicha obra (10).

V. El rol de la tecnología

La tensión entre autores o titulares de derechos de autor (por ej., empresas que se dedican a la explotación de bienes culturales tales como la música, las películas, los libros, etc.) y los "usuarios" de la cultura, es una constante. Y en esta historia de luchas y pujas permanentes, la tecnología cumple un rol destacado. Siempre que se desarrollan nuevas tecnologías que permiten otras formas novedosas de acceder a una obra cultural, los defensores de la propiedad intelectual sobre las creaciones artísticas libran sus más feroces batallas contra los "infractores". ¿Ejemplos? Pensemos en la fotocopiadora, en el ya antiquísimo equipo de música de "doble casetera", la videograbadora, los "quemadores" de discos compactos, el MP3, etc.

Cada vez que estas tecnologías comienzan a ser utilizadas masivamente, los autores y los titulares de derechos de autor tiemblan porque ven seriamente afectados sus intereses. Esto no es simplemente una conjetura. Por el contrario, en algunos casos puede llegar a ocasionar graves perjuicios a los sectores productores de bienes culturales (11), lo cual también va en contra del progreso cultural, como veremos más adelante.

VI. Internet, libertad y regulación

Internet es en la actualidad el ámbito más paradigmático en lo que se refiere al conflicto al que aludimos (derechos de autor vs. derecho de acceso a la cultura). Por un lado, se trata de un ambiente virtual de carácter global y descentralizado, en el cual la regulación es un punto nebuloso. Como Internet es una red informática diseminada, sin un punto o servidor central que permita su desconexión, no existe una "autoridad" que dicte reglas y las haga cumplir. Esto abre el debate sobre qué postura asumir frente a ello (si se debe regular o no Internet). Existen diversas posturas al respecto. Algunos sostienen que Internet no debería regularse (12), lo cual para algunos —como Lawrence Lessig (13)— no es más que una utopía (14). Otros apuntan a la autorregulación (15), lo cual también ha merecido sus críticas (16).

Pero más allá de que sea complejo pensar en la regulación de Internet, es innegable la actividad en Internet tiene efectos concretos en el plano legal. Pensemos en quienes utilizan Internet para el tráfico de estupefacientes, para cometer fraudes, para promover la pornografía y la prostitución infantil, para fines terroristas, etc. Todos estos actos tienen efectos legales en el ordenamiento jurídico. Y es natural que los Estados intenten perseguir y castigar estos ilícitos, por más que sean cometidos a través de una red informática global, donde muchas veces no está del todo claro dónde ocurren dichos ilícitos. Pero siempre es bueno tener en cuenta que si el ilícito tiene efectos en un territorio determinado, entonces habrá —por lo general— motivos para reprochar la conducta indebida y en su caso sancionarla.

En el supuesto de las infracciones al derecho de autor en Internet, el daño se ocasiona en algún lugar —de eso no hay dudas—. Por lo tanto, será cuestión de entablar las acciones legales contra los infractores en el territorio en el cual se produzca dicho daño. La conducta de quien viola la propiedad intelectual ajena no puede quedar impune, aun cuando sea cometida a través de una red informática global.

VII. Acceso a la cultura en Internet. Las barreras impuestas por la propiedad intelectual

Tal como explicábamos antes, el conflicto de intereses entre autores o titulares de derechos de autor y usuarios culturales no nació con el auge de Internet. Es una puja que siempre existió, en mayor o menor medida. Sin embargo, está claro que la expansión de Internet, sumada a otras innovaciones tecnológicas tales como la tecnología digital, la tecnología de compactación y los programas de computación de intercambio de archivos (sistemas "peer-to-peer" o "P2P") (17) ha ocasionado importantes perjuicios a las industrias productoras de bienes culturales, como nunca antes (18).

Quienes defienden la total liberalización de la cultura en el ámbito virtual suelen apoyarse en los siguientes argumentos:

1) Internet permite el acceso a la cultura a quienes no tienen medios económicos.

"No se debe impedir el acceso a la cultura a quienes no tienen medios económicos. Internet debe ser considerado como la "biblioteca" de la cual quienes no tienen medios se sirven para acceder a la cultura" (organización "Audionautes", de Francia) (19)".

Este argumento es inválido para justificar las infracciones cometidas al derecho de autor en Internet. Primeramente, porque es falso que aquellas personas que no tienen medios económicos encuentren únicamente en Internet un ámbito de satisfacción de sus deseos por cultivar sus conocimientos. Es más, muchos de ellos ni siquiera tienen acceso a Internet. Pero aun aquellos que sí tienen acceso a Internet, cuentan con la posibilidad de acceder a la cultura por otras vías, si así lo desean (bibliotecas, becas educativas, etc.).

En segundo lugar, hay que tener presente que en su gran mayoría, las personas involucradas en este tipo de infracciones al derecho de autor (intercambios por redes P2P, descargas, etc.) son personas de poder adquisitivo alto o medio (20).

2) Los nuevos hábitos de la juventud deben ser reconocidos y legalizados.

"Las industrias del entretenimiento se tienen que adaptar a las nuevas generaciones" (Manu Chao, cantante; ex-líder de la banda "Mano Negra") (21).

Este es otro argumento cotidianamente utilizado por los detractores de la propiedad intelectual en Internet. En realidad este argumento no es más que un slogan dogmático que no resiste mayor análisis. Si bien es importante que las nuevas generaciones sean tomadas en cuenta a la hora de regular la vida en sociedad, de allí no se desprende que aquellos actos en violación a la ley se legitimen simplemente por repetirse en una cantidad importante de sujetos. Además, como intentamos reflejar a lo largo de este trabajo, si el resultado final de tales conductas es adverso a la sociedad (en este caso, por atentar contra el progreso de la cultura), por más que las nuevas generaciones se favorezcan, tales beneficios no se justifican frente a los perjuicios sufridos por la sociedad en su conjunto.

3) Las industrias del entretenimiento son hegemónicas y buscan perpetuar dicha hegemonía impidiendo la libertad cultural en Internet.

"Quienes se oponen al P2P son los dueños del negocio y los artistas más lacayos" (Daniel Melero, productor y músico) (22).

"Las industrias crean lobbies de poder para seguir disfrutando de rentas monopólicas a cambio de nada" (Movimiento por la Devolución —www.devolucion.info—) (23).

"Permitir que las industrias del entretenimiento ganen dinero es ayudar a reforzar su predominio. No hay que dejar que estas industrias sean parásitos de nuestros esfuerzos" (ProyectoWu Ming) (24).

"Comprar música en una tienda no es apoyar a los artistas, sino todo lo contrario. Hay que asegurarse de que las discográficas desaparezcan" (Richard Stallman, fundador del movimiento "Copyleft") (25).

Todas las afirmaciones precedentes buscan "demonizar" a las industrias dedicadas a producir bienes culturales de consumo masivo. Sin lugar a dudas, estas críticas denotan una fuerte oposición a las industrias del entretenimiento. Ahora bien, hay que tener en cuenta que en toda sociedad donde se reconozca la propiedad privada todo aquel que sea propietario de algo (en este caso, una empresa o un autor) buscará protegerlo. Es inadecuado llamar "lacayo" a quien pretende obtener un beneficio por su propio trabajo.

En segundo término, tampoco es cierto que las discográficas (o cualquier otra empresa de entretenimiento) se beneficien con rentas monopólicas "a cambio de nada". Por el contrario, estas empresas se benefician con la venta de bienes culturales, a cambio de una fuerte inversión que, por otro lado, favorece al progreso cultural (26).

En tercer lugar, vale destacar que la labor de las industrias del entretenimiento es de gran importancia en Internet. Es cierto que Internet permite que cualquiera incluya sus propias creaciones artísticas en esta fabulosa mega red informática. Sin embargo, si no contamos con información sobre los contenidos disponibles (música, películas, televisión, etc.), difícilmente podamos orientar nuestra decisión de consumo o elección cultural. Por ende, las industrias del entretenimiento permiten actuar de "filtro", brindando información (mediante campañas de promoción de sus artistas) y asegurando ciertos estándares de calidad buscados por el público.

Por último, otra falacia implícita en este argumento es afirmar que quien compra música legalmente (en oposición a descargarla ilegalmente de Internet) no ayuda a los artistas, sino que los perjudica porque fortalece a los "dueños del negocio". Este es un argumento controvertido por los mismos artistas, quienes en diversas oportunidades se han pronunciado en contra de las descargas ilegales a través de redes P2P. En efecto, tal como han expuesto recientemente León Gieco y Gustavo Santaolalla, "...intercambiar archivos de música sin autorización de quienes participaron en su creación es ilegal. Y si esta práctica continúa, en breve destruirá nuestras posibilidades de hacer y de disfrutar de la música. La piratería daña todo el proceso creativo y la fuente de ingresos de muchas familias. En cambio, si empezamos a usar sitios de Internet en los que se puede acceder a la música en forma legítima, podrán surgir los puntos de encuentro entre la música y el público, y así estaremos incentivando nuevos artistas y compositores... La piratería es un robo como cualquier otro..."(27).

VIII. "Copia" y "acceso" en el contexto digital

Una de las críticas que se formula contra las tendencias actuales en materia de protección de derechos de autor es que, a diferencia del modelo tradicional, las nuevas legislaciones sobre Derecho de Autor limitan no sólo la "copia" de una obra protegida, sino muchas veces también el "acceso" a dicha obra. El ejemplo más emblemático es la Digital Millenium Copyright Act de Estados Unidos, que modificó la Ley de Derechos de Autor de dicho país, incorporando el art. 1201 que —entre otras cosas— dispone que se considera ilegal la elusión de medidas tecnológicas que efectivamente controlen el "acceso" a una obra protegida por el Derecho de Autor.

A simple vista, esta tendencia repercute en el núcleo del conflicto de intereses entre autores (o titulares) y usuarios culturales. Limitar el "acceso" a la obra es en cierta forma limitar el "acceso a la cultura". Es decir que en esta puja de intereses, si la Ley nos dice que se puede limitar lisa y llanamente el "acceso", los usuarios culturales resultan totalmente vencidos (y por ende, no existe el balance al que aludíamos antes).

Pero no es cierto que en el contexto digital la limitación al acceso implica, por sí sola, una ventaja desmedida e injusta a favor de los autores y titulares de derechos de autor. Es más, la limitación en el "acceso" a la obra se vuelve un imperativo en el ambiente virtual, y ello no significa que fuera de dicho contexto los usuarios culturales no puedan continuar "accediendo" a las obras culturales de la misma manera que accedían tradicionalmente (por ejemplo, en bibliotecas).

Para clarificar este punto, veamos un ejemplo. En el escenario previo a la explosión de Internet y a la proliferación de la tecnología digital dentro de dicha mega red informática, "copia" y "acceso" eran dos conceptos totalmente diferentes. Si yo quería leer un libro de Borges pero no tenía intenciones de comprarlo, tenía la posibilidad de "acceder" a dicha obra cultural en una biblioteca pública y así mi "derecho de acceso a la cultura" se encontraba satisfecho. Yo no podía —o mejor dicho, no debía— hacer una "copia" (fotocopia) de ese libro y dejar dicho ejemplar fotocopiado en mi casa, para así poder leer el libro cuando quisiera, sino que debía devolverlo a la biblioteca dentro del plazo que allí se me asignara. De esta forma, el conflicto de intereses entre "acceso a la cultura" y "derecho de autor" no existía.

En el nuevo escenario, es decir, en el contexto digital, el "acceso" se confunde con la "copia". Pensemos en otro ejemplo: si yo quiero escuchar el nuevo disco compacto de Andrés Calamaro y a través de mi computadora personal me conecto a Internet —busco un sitio Web donde esté "colgado" dicho álbum— y "accedo" gratuitamente a dicho álbum (es decir, lo escucho desde mi computadora), aun cuando yo no "copie" el álbum, el efecto que tiene dicho "acceso" equivale al de realizar una "copia" de ese álbum. ¿Por qué? Porque si cada vez que yo quiero "acceder" a dicho álbum, puedo hacerlo con sólo conectarme a Internet, buscar el sitio Web en el que está disponible y escucharlo, dicho proceso sustituye la necesidad de la copia y/o de la adquisición de ese álbum. Es decir que si yo puedo "acceder" desde mi computadora, a través de Internet, a ese álbum, no tengo necesidad de contar con el disco compacto —es decir, el soporte físico— en mi casa (en ambos supuestos, puedo escucharlo cuando quiero, tanto si lo compro como si lo "bajo" gratuitamente de Internet) (28). Como puede verse, en el supuesto de "acceso" por Internet al álbum de Calamaro, el usuario nunca "adquiere" dicho álbum, pero lo tiene a su disposición en todo momento, con lo cual, obviamente este mecanismo sustituye a la compra del disco compacto.

Por esta razón, es necesario que en el contexto digital se limite no sólo la "copia" no autorizada, sino también el "acceso" no autorizado a la obra. Y si esto se implementa adecuadamente, no se tiene por qué afectar el "acceso a la cultura", porque siempre tendremos fuera del mundo virtual la posibilidad de acceder a la cultura por otras vías (por ejemplo, acudiendo a una biblioteca).

IX. Evaluación de la situación generada por las descargas P2P

Al principio de este trabajo decíamos que Internet es un espacio donde existen límites normativos difusos. Pero además, hay que agregar que en Internet es fácil mantenerse al margen de cualquier sanción, porque muchas veces la distancia o el anonimato con el que se puede operar allí convierten a dicho espacio virtual en una suerte de escudo para toda clase de fechorías. En lo que tiene que ver con el tema de análisis, aquél que quiere acceder irrestrictamente a bienes culturales en Internet sin verse obstaculizado por las limitaciones propias de la legislación sobre propiedad intelectual encuentra en Internet un espacio donde una gran cantidad de personas (millones) cometen infracciones a las leyes de derechos de autor (29).

Estos millones y millones de personas actuando en contra de las leyes de propiedad intelectual (por ej., descargando ilegalmente música y películas protegidas por el Derecho de Autor) representan una verdadera revolución contra el orden establecido. Muchos se sienten defraudados por la sociedad y se identifican con este movimiento anárquico, porque les sugiere que es posible pelear desde esta plataforma contra los "poderosos". Y encuentran en Internet un medio ambiente apto para librar esta batalla.

Ahora bien, que millones de personas actúen en igual sentido no es por sí solo un factor determinante para que una actividad ilegal se convierta en una actividad legal. Sin ir más lejos, millones son también aquellos que evaden sus impuestos en todo el mundo, y no por ello dicha actividad deja de ser ilegal.

Por otro lado, es importante ver el problema desde el punto de vista de los productores de bienes culturales, que son empresas que juegan un papel importantísimo en la cultura actual. Si estos productores de bienes culturales (léase, industrias del entretenimiento) no pueden resguardar los resultados de su inversión (es decir, conseguir ciertos niveles de seguridad jurídica), simplemente dejarán de invertir, y con ello, habrá menor producción de bienes culturales —y por ende, menor progreso cultural—. Y en esto el Estado no puede desentenderse.

Para poner esto en términos absurdos, pero análogos: supongamos que un día de estos el Estado decide "hacer la vista gorda" con aquellas personas que roban zapatos. Cualquiera puede ingresar en una zapatería y robarse un par de zapatos. El dueño se quejará pero el policía de la esquina no moverá un dedo y si va a un tribunal a formular una denuncia, el juez tampoco perseguirá judicialmente a los ladrones de su zapatería. El Estado no actuará frente a este tipo de ilícitos y por ende, todo el mundo comenzará a robar zapatos (pues se correrá el rumor de que ni los policías ni los jueces se dan por aludidos cuando alguien comete estos delitos). Es más, quien entre a comprar un par de zapatos se sentirá un estúpido (pensará: ¿por qué estoy pagando por este par de zapatos cuando todo el mundo se los lleva sin pagar nada). ¿Qué pasará a lo largo del tiempo? Sencillamente, ningún empresario querrá fabricar zapatos (pues no podrán venderlos), y cerrarán todas las fábricas y tiendas de zapatos ¿Cuál será la consecuencia para la sociedad? en algún momento tendremos que acostumbrarnos a caminar descalzos...

Esta analogía de ciencia ficción es un ejemplo grotesco de lo que puede ocurrir con los bienes culturales producidos a nivel masivo si no brindamos una adecuada protección a los titulares de los derechos de propiedad intelectual.

Esto no es una exageración: en junio de 2006, durante la Conferencia Mundial Contra la Piratería que se celebró en Madrid, la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica) informó que la actividad de descargas ilegales de música provocó una disminución del 14% en los nuevos lanzamientos de discos (30).

X. Conclusiones

Las razones por las cuales un sistema jurídico legaliza o penaliza determinada conducta están vinculadas con los beneficios que tal legitimación o castigo aportan a la sociedad. En el caso de las infracciones al Derecho de Autor, hemos intentado plantear a lo largo de este trabajo que el sistema de protección de estos derechos de propiedad intelectual es un mecanismo virtuoso que busca no sólo tutelar los intereses del autor, sino también los de toda la comunidad, que en definitiva se ve beneficiada por una mayor producción de obras culturales.

Es preciso erradicar la falsa idea de que la afectación de los derechos de autor en el mundo actual es un problema exclusivo de los autores y de los titulares de derechos de autor. Es cierto que la violación de un derecho de autor implica la invasión de un derecho de propiedad —intelectual— del autor, pero es mucho más que eso: es también un atentado contra el progreso cultural, porque sin el incentivo que aporta el sistema de derechos de Autor, serán cada vez menos los interesados en producir nuevas obras culturales.

El dominio público, la máxima expresión del "acceso a la cultura" (31), no es un fin en sí mismo. Es sólo un engranaje del sistema de Derecho de Autor que tiene entre sus fines primordiales el progreso cultural ("teoría del incentivo"). Este "dominio público", frecuentemente enarbolado por quienes postulan teorías críticas hacia el sistema de Derechos de Autor, no es más que una pieza de este engranaje que describimos anteriormente. Por ello, estamos convencidos de que esta problemática no puede ser analizada en forma parcial, concentrándose sólo en las restricciones que se imponen a los usuarios culturales. Por el contrario, hay que "mirar el bosque", y entonces después reflexionar sobre el punto cuestión, tras comprender el funcionamiento total del sistema.

(1) Ver, DRUCKER Peter, "The Age of Social Transformation", Atlantic Monthly, Noviembre de 1994, p. 53 y siguientes.
(2) El Diccionario de la Real Academia Española nos da las siguientes definiciones: (i) conocimiento: acción y efecto de conocer; noción, ciencia, sabiduría; (ii) información: noticia o instrucción que se da sobre un suceso.
(3) Diccionario de la Real Academia Española, vigésima primera edición, Madrid, 1992, p. 624.
(4) SCHWANITZ, Dietrich, "La Cultura - Todo lo que hay que saber", Ed. Taurus, Buenos Aires, 2003, p. 385 y siguientes.
(5) En un seminario sobre antropología, los asistentes asignarán a este vocablo un significado amplio, incluyendo en él no solo las expresiones artísticas de una comunidad, sino también otras conductas sociales que no son artísticas (por ejemplo, ritos, costumbres familiares, tradiciones, etc.). En cambio, si llevamos a un disc-jockey (DJ) amante de la música "acid house" a que "toque" su música frente a un selecto grupo de amantes de la música clásica, probablemente todos los melómanos que asistan al evento sostendrán que "eso" que hace nuestro joven amigo no es música sino simplemente ruido.
(6) La originalidad reside en la expresión creativa e individualizada de la obra (ver, LIPSZYC, Delia, "Derecho de autor y derechos conexos", Ed. Unesco / CERLAC / Víctor Zavalía S.A., Buenos Aires, 1993, p. 65).
(7) Esto da lugar a la llamada "teoría del incentivo" (ver, BLAIR, Roger y COTTER Thomas, "An economic analysis of damages rules in intellectual property law", William & Mary Law Review, Mayo de 1998, 39 Wm and Mary L. Rev. 1585), también llamada "teoría estándar de al información" (ver, CORREA Carlos, "Metodología para la medición de la importancia económica del Derecho de Autor y Derechos Conexos en América Latina", p. 8, publicación de la Secretaría Permanente del SELA, Caracas, Venezuela, Enero de 1999).
(8) En realidad, el concepto de "dominio público" está ligado a la noción de "gratuidad". Sin embargo, en nuestro sistema legal, receptado por la ley 11.723 (Adla, LVI-A, 1240) y normas reglamentarias, rige un sistema conocido como régimen de "dominio público pagante", donde la utilización es libre, pero sujeta al pago de un canon que se destina al fomento de actividades culturales.
(9) Este conflicto de intereses es uno más de los tantos que encontramos en nuestra sociedad. El desafío frente a ellos es lograr una solución que optimice la máxima satisfacción posible (ver, DESCALZI José Pablo, "Reflexiones sobre el conflicto de intereses", LA LEY Actualidad, del 17/02/04).
(10) Esto de "irrestrictamente" es relativo en nuestro sistema, porque como ya advertimos, el régimen de dominio público pagante no admite la gratuidad del uso de obras caídas en dominio público.
(11) En mayo de 2006 la International Federation of Phonogram Industry (IFPI), organización representativa de la industria discográfica estimó que en 2005 el sector perdió a causa de la piratería mundial unos 4600 millones de dólares (34% de los discos vendidos fueron piratas). En tanto, la Motion Picture Association (MPA), que representa a la industria del cine, expresó que las pérdidas en este segmento fueron de 6.100 millones de dólares.
(12) Ver, XUAN-THAO, Nguyen, "The new wild west: measuring and proving fame and dilution under the Federal Trademark Dilution Act", 63 Alb. L. Rev., 201, 1999. También, ver LOOK, Jeffrey, The virtual Wild, Wild West (WWW): Itellectual Property issues in cyberspace-trademarks, service-marks, copyrights, and domain names, 22 Ark. Little Rock 49, 1999.
(13) LESSIG, Lawrence, "Code and other Laws of Ciberspace", p. 218, Basic Books, 1999.
(14) LESSIG explicaba en 1999 que el "Código" básico de Internet implementaba una serie de protocolos llamados "TCP/IP". Estos protocolos permiten el intercambio de información entre las redes informáticas interconectadas que forman parte de Internet. Este intercambio se produce sin que las redes informáticas interconectadas sepan qué contenido tiene la información que se transfiere, y sin que aquéllas sepan quién realmente está enviando dicha información. El "Código" es "neutral" acerca del contenido de la información, e ignorante respecto del usuario. Hasta aquí, parecería que la característica principal de este "Código" es la "ingobernabilidad". Nadie controla la información que circula por Internet, ni es posible determinar quiénes actúan en este proceso de intercambio. Sin embargo, como bien apunta LESSIG, esta característica del "Código" chocaría con el comercio en Internet: si la arquitectura de Internet no brinda seguridad en las transacciones, si es muy fácil esconder la fuente de interferencia, si facilita la distribución de copias ilegales de software, de música, o de películas, esta "ingobernabilidad" deja de ser una virtud y atenta contra el crecimiento del comercio en el ámbito virtual. Por eso, como presagió LESSIG, el "Código" está destinado a cambiar, y de hecho ya está cambiando. Otras arquitecturas pueden reemplazar a los protocolos básicos, y volver el comportamiento en Internet fundamentalmente regulable. Y este giro, según LESSIG, ocurre por impulso de quienes ejercen el comercio y el poder político.
(15) Ver, FRANCE, Mike, "The Net: How to head off big-time regulation", Business Week, 10/05/99, p. 89.
(16) Ver, BOYLE, James, "A non-delegation doctrine for the Digital Age", Duke Law Journal, 50 Duke L. J. 5, 2000. Según este especialista, la tendencia en materia de regulación de Internet está ligada a la privatización y la "propietización". La privatización se refleja en la delegación que el Estado efectúa a favor de entidades privadas para cumplir sus objetivos en materia de regulación. La "propietización" es la extensión de los derechos de propiedad intelectual, mediante herramientas técnicas diseñadas para prevenir las infracciones a la propiedad intelectual, tales como identificadores digitales (digital IDs), a fin de que puedan utilizarse también para otros fines (cobro de impuestos, prevenir el juego clandestino en Internet, etc.).
(17) Las redes de intercambio "P2P" son redes que se forman entre los usuarios de Internet para intercambiarse archivos digitales (que en su mayoría corresponden a obras musicales o audiovisuales protegidas por el Derecho de Autor). Los usuarios se valen de programas de computación de intercambio de archivos (conocidos como "software P2P"), los cuales pueden ser descargados gratuitamente de ciertos sitios Web (ejemplos: el "viejo" Napster, Morpheus, KaZaA, etc.).
(18) Ver, VIBES, Federico, "La protección del Derecho de Autor en el ámbito digital (con especial referencia al intercambio de archivos musicales y audiovisuales en Internet)", LA LEY, 2004-E, 1111.
(19) Ver, CRAMPTON, Thomas, "France debates downloads, with teenager as top expert", The New York Times, del 15/05/06.
(20) En los países del primer mundo, la mayor cantidad de infracciones son cometidas por estudiantes universitarios de poder adquisitivo medio o medio-alto (ver, "Biggest wave of actions yet announced against illegal file-sharing" (http://www.ifpi.org/site-content/press/20051115.html). En Argentina, el perfil socio-económico de los infractores también es similar al de sus pares en Estados Unidos y Europa —pertenecían a sectores altos y medio-altos— (ver, "Demandan a 20 usuarios de Argentina por bajar música de Internet", Clarín, del 15/11/05).
(21) Ver, SAGARDIA Diego, "Bajáte Acá", Suplemento Joven Mix, "La Razón", del 09/06/06.
(22) Ver, Id.
(23) Ver, "Movimiento por la Devolución", disponible en www.devolucion.info.
(24) Ver, GALLI, Cecilia "Una revolución sin rostro", Clarín, del 29/06/05.
(25) SIMEONE, Nayla, "Richard Stallman: Que las discográficas desaparezcan", www.canalar.com.ar, Noticias del 23/06/06.
(26) Muchas de estas industrias (como la discográfica o la cinematográfica) trabajan sobre modelos de negocio en los cuales se busca lanzar un número determinado de productos, con la esperanza de que al menos unos pocos sean exitosos. El modelo de negocio no apunta a que todos los productos estrenados sean exitosos. Se sabe que ello es por demás infrecuente, con lo cual un número mínimo de éxitos es lo que asegura la continuidad de la actividad. La sociedad se beneficia porque se lanzan muchos productos no exitosos, que de otra forma no podrían estar al alcance del público masivo.
(27) Ver, ELUSTONDO, Georgina, "Seis de cada diez discos vendidos en el país son truchos", Clarín, del 19/06/06.
(28) Aun cuando no lo "guarde" en el disco duro de mi computadora.
(29) En mayo de 2003 se calculaba que sólo en Estados Unidos unos 20 millones de usuarios norteamericanos estaban involucrados en estas prácticas P2P (ver, "Illegal music downloading climbs", The New York Times del 15/01/04). La IFPI estima que durante todo 2005 se realizaron unas 508 millones de descargas ilegales de archivos musicales, a nivel mundial (ver, "Piratería: las descargas ilegales de música se duplicaron en 2005", Clarín, del 07/06/06).
(30) Además de generar pérdidas por 500 millones de euros, con un 20% de pérdidas de empleos en el sector.
(31) Si todas las obras culturales estuviesen en "dominio público", todos podríamos acceder libremente a dichas obras de cualquier forma.

0 comentarios: