14 abril 2008

Cuidado Cuando Escribe . Colcha de Retazos y Graforragia

CUIDADO CUANDO ESCRIBE

"Colcha de retazos"

Por Criticón (Luis Moisset de Espanés)

Hoy es día de añoranzas.

Esta mañana me encontré con Rodolfo y nos sentamos a tomar un café. Nuestra conversación se deslizó hacia recuerdos de niñez y juventud. Amistades, paseos, inquietudes, lecturas y estudios compartidos.

Rodolfo mencionó a Emilio Salgari, "viajero" que jamás se movió de Italia, y cuyas novelas de aventuras nos hicieron recorrer el mundo entero... Recordó entonces al personaje de uno de sus libros, un indio de América del Norte, a quien llamaban "Cresta abigarrada", por el penacho de plumas que adornaba su cabeza y acotó que tuvo que acudir al Diccionario, pues él creía que "abigarrado" era algo "apretujado", o "espeso" y no comprendía como el penacho de plumas podía tener tales características. Grande fue su sorpresa al conocer el verdadero significado del vocablo1 2. adj. Heterogénea, reunida sin concierto. Un extraño y abigarrado libro. Una multitud abigarrada. .

Este comentario despertó en mi memoria la visita que un grupo de jóvenes docentes universitarios realizamos a la casa de campo de uno de nuestros maestros. Tanto el sofá-cama de la sala, como los lechos en los dormitorios, se encontraban protegidos, o engalanados, con "mantas de retazos", similares a las que solían confeccionar las abuelas, en épocas en que la economía familiar se cimentaba en el esfuerzo realizado por las mujeres de la casa para aprovechar todo elemento que todavía pudiese prestar utilidad.

Por uno de esos saltos bruscos e impensados que suele tener nuestra mente, mi pensamiento saltó hacia los escritos “abigarrados”, que encontramos en revistas jurídicas o en escritos forenses, donde se acumulan conceptos y posiciones muy dispares y con frecuencia contradictorias.

Tú sabes que dentro de la "graforragia" jurídica2 que nos abruma, casi hasta ahogarnos, es muy frecuente -desgraciadamente- la técnica de confeccionar una "colcha3 de retazos", como las que tejían nuestras abuelas. Mamá, incluso, una de las tareas que desarrolló en los últimos años de su vida, fue la de confeccionar "colchas de retazos", con pequeños cuadrados de lana, tejidos al crochet (ganchillo). Cuando había reunido los suficientes "retazos", procuraba combinarlos armoniosamente y algunas eran verdaderas obras de arte casero.

Pero, en materia de "colchas de retazos" las hay de dos tipos; aquellas en las cuáles cada trozo ha sido preparado personalmente por quien las teje, que luego los une, como hacía mi madre; y aquellas otras, en que se seleccionan pedazos de género, provenientes de cualquier desecho, y también se los combina con mayor o menor acierto, hasta terminar la frazada.

Pues bien, en materia de libros jurídicos también encontramos muchos que son el fruto de la técnica de unir "retazos"; yo la he empleado, y creo que su uso es muy legítimo, después de haber redactado numerosos ensayos con variaciones sobre un tema, reuniéndolos y procurando completar aspectos que no se encontraban en esos comentarios, para darles unidad. El uso de "retazos" propios está plenamente justificado4.

En otras oportunidades los "autores", que más bien son "compiladores", arman el trabajo como si se tratase de un "rompecabezas", con "retazos ajenos". Quienes así proceden deben destacar claramente cuál es la índole de su trabajo, cuya única "originalidad" reside en el acierto con que se seleccionaron los fragmentos empleados, y fijar con precisión la autoría y procedencia de cada uno de ellos. He visto más de un libro de esta índole y no niego mi felicitación a quien "compila" con habilidad, y con total probidad, y luego, sin procurar vestirse con las plumas del pavo real, reconoce que se trata de una compilación.

Lo más lamentable es que muchos de los "libros jurídicos" que se publican hoy en día son "colchas de retazos", en las cuales el "compilador" se disfraza de autor y, a lo sumo, menciona en notas de pie de página muy fragmentariamente a los autores que ha consultado, como si estuviesen de acuerdo con las "ideas propias", que él expone en el libro.

La pregunta que me hago es: ¿puede uno, por más simpatía que tenga al autor, prologar ese "libro", que se presenta como propio, cuando solamente es una "colcha de retazos" ajenos?

Estas reflexiones eran las que me preocupaban cuando al regresar a casa busqué en uno de mis libros, para ver si los “retazos” de la obra que me solicitaban prologase habían sido tomados de allí.

Me permito aquí una "digresión"; como he sido uno de los primeros en ocuparme del análisis de las normas que consagraron en Argentina un régimen de "inscripción constitutiva" para los automotores, esos trabajos han sido objeto de múltiples plagios, desde un libro publicado en Editorial Abaco, cuyo autor tuvo la "candidez" de dedicarme un ejemplar, pasando por varios artículos publicados en importantes revistas jurídicas, como Jurisprudencia Argentina, que -frente a mi reclamo- no lo incluyó luego en el tomo encuadernado, hasta la tesis doctoral de un profesor porteño, publicada por editorial Astrea hace algunos años, a la cual la editorial -luego de un airado reclamo escrito, en que amenacé denunciar el hecho a la Facultad de Derecho de la UBA-, agregó una "aclaración", sobre la falta de citas y entrecomillado, expresando que la omisión se debía a un error de composición ...

Pues bien, en el primer momento no encontré en mi libro de Automotores las frases que buscaba, pero a la mañana siguiente, muy temprano recordé que ese libro había estado precedido por otro, titulado "Dominio de automotores y Publicidad registral", y en él tuve la desagradable sorpresa de verificar que los párrafos que me habían llamado la atención ocupaban una página, que había sido reproducida íntegramente sin ninguna mención. No era el único fragmento "plagiado"; pronto comenzaron a aparecer otros, que fui rápidamente marcando.

Para colmo, como se trataba de una "colcha de retazos", la reproducción de párrafos de otros autores, que hablan de la "inscripción" del automotor como "acto abstracto", chocaban totalmente con otras afirmaciones, vinculadas con el hecho de que la inscripción, incluso de buena fe, no impide la acción de reivindicación en el caso de que el automotor fuese robado y perdido, y que también podrían prosperar las acciones contra el titular inscripto, si el acto causal de transmisión hubiese estado viciado...!! "Colcha de retazos" inarmónica, con fragmentos que resultan incompatibles entre sí...!!

Ayer jueves, a las 8 y 30, llevé a mi hija Marcela a su clase de yoga y, de paso, hice las compras en la panadería y luego seguí hasta el "Correo-Aduana", a retirar un paquete que me traía ejemplares de la Revista de Derecho Privado y del Anuario de Derecho Civil. Para no pagar derechos aduaneros por ese material de estudio, tuve que regresar a casa a buscar el pasaporte y justificar con fotocopia de sus páginas mi "ingreso" al país en diciembre pasado, de manera que se calificase la recepción de ese paquete como "equipaje no acompañado"...

De regreso, algo después de las 10 de la mañana, escribí estas líneas, para desahogar mi "sofocón", que sin duda será mayor cuando el "autor" acuda a mi citación para conversar sobre su "libro", y el "prólogo" que me había solicitado.

Te aseguro que no he perdido la simpatía y el verdadero afecto que siento por él, pero no puedo silenciar el hecho, ni prologarle la "colcha de retazos"....!!!

Concluyo mis "divagaciones" sobre el "asunto" de esta carta, que quizá podría llegar a ser una de las que intercambio con José María Chico, aunque poniendo cuidado para que los lectores no tengan idea de quien es el personaje a que aludo, por lo cual no podría publicarse en Córdoba5.

1. Diccionario de la Real Academia, 22ª edición, 2001: abigarrado, da, (Del part. de abigarrar).

1. adj. De varios colores, mal combinados.

2. Ver nuestro “Investigación. Graforragia y citas”, Foro de Córdoba, año XIX, 2007, Nº 113, p. 239.

3. Diccionario de la Lengua, 22ª edición, colcha, (Del lat. culci(ta), 1. f. Cobertura de cama que sirve de adorno y abrigo.

4. Ver nuestro “Prescripción”, Advocatus, 1ª edición, Córdoba, 2005 y 2ª, Córdoba, 2006.

5. En realidad entrego estas líneas a la Revista Notarial de Córdoba porque quien me solicitaba el prólogo no era un autor cordobés, y el relato une datos reales, con otros imaginarios.

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