13 febrero 2008

Terminología Forense

Terminología Forense

La profesión exige la utilización de términos inequívocos, esta obra ayuda a clarificar muchos términos en su origen y para su correcta utilización. La obra contiene muchos variados aspectos sutiles en la utilización del lenguaje, que me ha llamado la atencíon en varios casos.

Transcribo unos fragmentos de este interesante libro:...

"UN LITIGANTE CONCHUDO"

Aproximadamente en el año 1980, en una expresión de agravios, el abogado definió a su cliente como una persona ingenua, inexperta, que había caído en la trampa que le había tendido la contraparte en un acto jurídico, y pedía que se declarara la nulidad del contrato, por aplicación del art. 954 del Cód. Civil.

En la contestación se negó aquella inexperiencia, afirmando que ese litigante era un "conchudo".

Los primeros que tuvieron acceso a su lectura, se escandalizaron. Pero también hubo quienes, con más calma, recurrieron al diccionario y allí encontraron los significados "astuto, cauteloso, sagaz". No obstante ello, la cámara mandó testar la frase y derivó el caso al Tribunal de Ética del Colegio de Abogados de Junín, sosteniendo que no se podía ignorar el sentido agraviante que la palabra cuestionada tiene actualmente en nuestro lenguaje.

"TENGO HUEBOS DE APELAR"

Los que diariamente trabajamos en la redacción de escritos, proveídos, actas y demás piezas procesales, padecemos de apego a los arcaísmos y los utilizamos sin preguntarnos cuál es la finalidad que perseguimos al hacerlo.

Invariablemente denominamos "foja" a lo que -en todas las demás actividades- nombramos como "hoja".

Utilizamos "usía" o "su señoría" como manera habitual de Dirigirnos a un ciudadano que ejerce funciones de juez en un país democrático y republicano... y la lista puede continuar según la vocación que tenga el operador del servicio de justicia por distanciarse del lenguaje corriente.

Hay quienes lo hacen por inercia, impulsados por la rutina; otros por creer que pertenecemos a una elite con lenguaje incomprensible para el pueblo, y no faltan los que aprovechan para hacer una travesura, exhibiendo su ingenio socarrón.

Entre estos últimos podemos colocar a alguien que, en el Departamento Judicial de San Isidro, año 1998, en vez de poner un simple "apelo", se aventuró a utilizar un arcaísmo en la frase "tengo huebos de apelar", sugiriendo una ambigüedad con espíritu burlón, pero olvidando la sobriedad que debe presidir todos los actos procesales.

La palabra "huebos", con "h" o sin ella, figuraba en aquella época en el Diccionario de la Real Academia Española como una expresión anticuada de "necesidad", o "cosa necesaria". En la edición correspondiente al año 2001 solo se mantiene "uebos", como proveniente del latín opus, pero ha
desaparecido la versión con "h".



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